Friday, June 23, 2017

La linea


He buscado en libros de historia, antropología, cultura popular, arte, literatura las palabras o más bien las razones de la aberrante y obscena realidad que vive México desde hace ya muchos años.  Andando por los pasillos de la fabulosa biblioteca de la Universidad de Washington en Seattle, al azar extendí la mano y tome una revista, al revisar su portada descubrí que era una revista británica de cinematografía, (Sights & Sounds).


La empecé a hojear y me llamó la atención un artículo titulado “A line in the sand”, (una raya en la arena), por el periodista crítico Michael Atkinson. La empecé a leer por curiosidad y descubrí que había sustancia y profundidad más allá de la banalidad de una crítica cinematográfica. Lo que parecía ser un análisis de una película de Hollywood donde destacan las hazañas y andanzas de criminales, traficantes y policías en esa línea imaginaria trazada hace ya más de 150 años entre México y los EEUU.

El autor se empapa de esa realidad inimaginable, una síntesis de horror, brutalidad, ilegalidad y corrupción que salpica a todos, aun sin querer participar en ese bazar de violencia y terror. El autor trata de explicar con palabras lo que no parece tener definición, lo que está pasando a lo largo de ese terreno desértico que divide a dos países tan distintos y con ciertas afinidades que se ahondan al pasar de los años. Que les puedo decir, solo prepárense para lo que ya sabían, pero explicado por un británico crítico de cine. (esta es mi versión e interpretación corregida y aumentada del artículo original publicado en la edición de diciembre de 2015 de Sights & Sounds)

Una línea en la arena

Inevitablemente la frontera entre los EEUU y México se ha convertido en una zona, más bien en una arena cultural donde vectores de violencia, avaricia, e inconsciencia, a lo que yo llamaría ignorancia, y el poder coinciden en un paisaje deslumbrante y consiguen obtener una fuerza existencial que produce vértigo.

Estructuras sociales en ruinas o en proceso de destrucción, fosas clandestinas y sepulcros a flor de tierra, religiosidad primitiva,


lotes y terrenos baldíos que se extienden hacia el infinito. México fue y todavía lo es, el lugar o más bien el país a donde los estadounidenses huían o bien de su propia cultura o de la ley.

El drenaje de Norteamérica, más que el patio trasero. Esto último ha venido sucediendo por siglos, permitiendo que una psicopatía de la ilegalidad se fermente entre las montañas, montes y matorrales, como el licor de maíz que preparan los habitantes de esas zonas, creando así una frontera salvaje llena de oportunidades, penurias y maldiciones. La frontera es un producto donde se mezclan y se dividen los EEUU y México. Para los EEUU es esa necesidad primitiva del ahí, para iluminar el aquí ideológico y físico, para señalar hacia la pobreza y el colonialismo de ayer, y el de “hoy” también. Todo esto es un mito por supuesto como millones de turistas americanos te lo dirán. Pero también es verdad y lo ha sido más desde el 2006 cuando el entonces recién inaugurado presidente Felipe Calderón decidió enviar a las tropas de estado mexicano para enfrentar a las hordas de los carteles. (Aprox 250,000 contando todos los involucrados en el negocio de las drogas, tráfico de personas armas etc...). La carnicería y la ilegalidad se fueron por los cielos.

Fue entonces cuando una bestia rapaz o varias asentaron sus dominios sobre las zonas fronterizas y posteriormente se extendió por todo el país, Nunca desde Sendero Luminoso en el Perú, se había visto tanta carnicería y crueldad en Latinoamérica. Los casi 2,000 millas de frontera entre estos países están a su vez rodeados de miles de kilómetros cuadrados de desierto, algunas veces densamente poblado, otras veces totalmente inhabitable, esto no solamente es un hecho o dato geopolítico, sino el texto sobre una crisis actual,

Hollywood ha puesto a la vista de todos lo que se cocina en el sudoeste norteamericano desde hace mucho tiempo y en muchas películas desde legendarios westerns con Lee Van Cleef y Clint Eastwood, hasta Benicio del Toro y Brad Pitt pasando por Van Kilmer y Kurt Russell. La cinematografía ha articulado como lo que está en juego en la frontera trae profundas consecuencias y cataclismos para todos.

A lo largo de los años diferentes filmes han mostrado la violencia, el crimen, los criminales y la horrible y deprimente evidencia que estos dejan a su paso. La realidad supera a la ficción en el México moderno. Cuerpos colgados en puentes, cadáveres en descomposición abandonados en lotes baldíos, tortura, tormento, tramas complejas donde encontrar al culpable se torna imposible, todo eso y más es el México bárbaro de nuestros días. ¿Qué árbol sostiene a estos rufianes y qué mano mece esa cuna? ¿Es posible manufacturar una vacuna para prevenir más asesinatos? ¿El fin justifica los medios si se trata de acabar con esta plaga de maleantes, rufianes, y enfermos mentales? Cualquiera que sea la respuesta a estas preguntas es preciso tener al menos una, antes que el país entero se deslice hacia el abismo de la ilegalidad permitida, tolerada, y más aún recompensada (muchos creen que ya estamos ahí).

La frontera siempre ha sido el lugar donde la escoria se queda atrapada (shit goes down). Se mezcla, se pudre, y forma compuestos aún más tóxicos. También la frontera siempre ha estado llena de añoranzas culturales. Para los norteamericanos la frontera sur y las áridas tierras que la rodean siempre han vibrado de una mítica casi bíblica tensión, la sensación de que aquí está la más profunda orilla de la civilización, más allá solo encontraremos tigres y bandidos (el jaguar está casi extinguido en México).

Aquí en los EEUU hay una disciplina académica llamada “Border Studies” o Estudios de la Frontera. Y estos han emergido de esta tensa situación donde los derechos de los inmigrantes están tomando prioridad sobre esa sensación de terror y vileza que flota en el aire. El ejemplo típico moderno de una película de Hollywood basada en la realidad está en “Traffic” (2000). La dinámica moral de la película también incluye como el narcotráfico es un fuego que se alimenta en ambos lados de la frontera.

En el lado mexicano una corrupción generalizada que obstruye cualquier progreso. En el lado norteamericano esa indulgencia con drogadictos que no solo está destruyendo su vida, sino la de otros también. Estos reciben oportunidades tratamientos ayuda del gobierno solo para quedar atrapados en ese mundo patético. En muchos casos el dinero de los impuestos va a parar a las bolsas de desquiciados traficantes. Algo parecido como lo que ha pasado en Irak con ISIS (armados con dinero y armamento norteamericano producto de la intervención de George Bush).

“Traffic” tiene efectos especiales que le dan un aire de western fordiano, donde Benicio del Toro combate un mundo totalmente sin ley. Las escenas filmadas en Tijuana fueron bañadas en un tinte amarillo yodo (y no por accidente pues el yodo es el desinfectante en heridas de bala). Pero más que exponer la horrible realidad del mundo del narcotráfico, la verdadera intención del film es exponer la inmensa tolerancia de la América privilegiada y sus descendientes.

Mientras la raíz del problema al sur del Río Grande es la corrupción en el gobierno desde el mismísimo presidente hasta el gendarme de a pie, lo cual viene sucediendo desde antes de que las cabezas, cuerpos calcinados, y colgados empezaran a aparecer en puentes y caminos. Las atrocidades y la muerte corren como un escalofrío de este a oeste y viceversa desde Tijuana hasta Matamoros. El film es violento pero junto a la realidad es trivial y pintoresco. A pesar de su naturaleza narcisista la personalidad de la frontera siempre ha implicado a los norteamericanos en su caos, y el sentimiento de culpa se propaga como ondas electromagnéticas.
Este mundo macabro y surrealista que no parece tener paralelo ni en fantasías de ficción y horror, es real y por supuesto que ha desatado una fiebre de películas de bajo presupuesto sobre el tema, debido al apetito que existe por este género de filmes y quizá esta sea la mejor manera de averiguar la terrible perdición que se da entre estos dos países.
No hay que olvidar que entre 2005-2010 los videos sin editar de las agencias de noticias se convirtieron en un espectáculo dantesco inimaginable para cualquier ciudadano común. Bernardo Ruiz “Reportero” (2012) Shaul Schwarz “Narco Cultura” (2013) y Matthew Heineman “Cartel Land” son muestras fulminantes de esta devastadora realidad en esta tierra sin ley. El documental de Ruiz relata la historia de de la revista Z de Tijuana (no relación con el tristemente célebre cartel), la cual es una publicación que regularmente expone y vivifica a los carteles y a pesar de haber pagado consecuencias muy severas continúa haciéndolo. Es un rarísimo caso (al menos en México) de reporteros jugándose la vida al lado de sus familias por amor al trabajo periodístico.
Shaul Schwarz “Narcocultura” lanza una red más amplia. Investigando cómo la vida bajo los carteles ha hecho germinar una narco cultura, con su propia mitología popular, su propio arte mural y aun sus propios narcocorridos, que es música norteña con acordeón y/o banda exaltando las andanzas de los criminales. En estos narco corridos se le canta al dinero, el crimen, el homicidio, la muerte, la ostentación, algunos ya alardean de los tormentos a los que sometieron a sus rivales.
El supuesto músico en ciernes que Schwarz decide documentar y seguir, no solo está alabando a los carteles en sus composiciones sino que también se convierte en su biógrafo y adulador (lambiscón) siempre listo para mostrar su música a sus empleadores, recogiendo en el proceso buenas fajas de $100.00 por su esfuerzo.
En los conciertos de narco corridos la multitud entusiasmada canta junto a los grupos las historias de las balaceras, los negocios, los fajos de dinero como cascadas de placer. Al mismo tiempo los miembros del grupo levantan con una mano una imitación realística de una bazooka y en la otra el micrófono.
Si alguna vez te has preguntado cómo cobran vida las estúpidas fanfarronadas de gangsters armados hasta los dientes que el “Hip Hop” americano (rap) destila en sus composiciones, entonces no necesitas buscar más solo dese una paseadita por la frontera, Tijuana, Juárez, o Reynosa donde la mismas canciones tiene su propias víctimas (muertos).
En “Cartel Land” de Heineman este se introduce en la vida de un subproducto de las guerras entre los carteles, la inevitable creación de las milicias de autodefensas enfrentando a los carteles y haciéndose justicia pues el estado de derecho es prácticamente inexistente, y de acuerdo al autor empujando a la sociedad cada vez más cerca de la anarquía. Ya en las trincheras con sus guerreros novatos, un doctor y un veterano del ejército de los EEUU y sus seguidores hacen frente a los criminales.
Al momento de escribir estas líneas el doctor José Mireles ex-líder de las autodefensas en Michoacán se encontraba preso y enfermo en una cárcel en Hermosillo Sonora. El gobierno de México es incapaz de darle un indulto a ese hombre que arriesgo su vida por defender su tierra y su pueblo.
Es imposible no ver el John Waynismo de los héroes y antihéroes americanos del viejo oeste y la ubicuidad de las armas en América es tan dañina como los narcóticos. En todo caso si esta fuera una historia de Dostoievski las milicias se envenenan y caen víctimas de su propio celo sin ley. Mientras tanto los cocineros  de metanfetaminas del cartel sugieren que los carteles, los vigilantes (autodefensas) y el gobierno forman una relación incestuosa simbiótica y que no hay héroes ni villanos, la frontera física es solo una sombra sin ninguna realidad sociopolítica de la que pueda anclarse.
Estamos en un momento de la historia en que el ruido apocalíptico está llegando a su clímax, como el grito desesperado de una de las tantas mujeres que han sido sacrificadas y violadas en Juárez en honor de esa bestia diabólica que es el narco estado. Y mientras Ciudad Juárez se calmaba un poco debido al efecto Leyzaola (un raro ejemplo de un policía que si combatía a los carteles), Reynosa se desboca en violencia asesina. Es fácil olvidarse que la frontera posee una carga metafórica, pero para darnos una idea de cómo trabajan las cosas más o menos volvamos a lo que Hollywood ha hecho con respecto a este asunto.
En la película “noirish” (Bordertown 2006) con Antonio Banderas y Jennifer López, se proyecta en la pantalla la horrenda historia de los cientos de mujeres asesinadas, violadas y desaparecidas en esa población fronteriza llamada Ciudad Juárez en honor del presidente indígena Benito Juárez. Irónicamente fue Juárez el que legitimizó el saqueo y la impunidad cuando al no poderle pagar a sus tropas después de las guerras de reforma (guerras en contra del clero que gobernaba) les autorizó a robar a la población, desde entonces viene esa “tradición” de que el gobierno y sus secuaces tengan el derecho de meterle la mano a los dineros del pueblo, y que los militares y policías se sientan con derecho de atropellar robar inventar delitos y torturar también.
Pero volviendo al cine. Por muchos años Hollywood ha hacho pueblos fronterizos mexicanos surreales y metafóricos en sus estudios. En muchos trabajos cinematográficos se hicieron mini versiones de la frontera que no son más que actualizaciones del viejo y salvaje oeste norteamericano. Ya que esta tiene todos los ingredientes de aquel, desde Tombstone con Van Kilmer hasta los Tres Amigos con Chevy Chase, la frontera tiene sus bandidos malos y despiadados y sus muy contados valientes que los enfrentan.
Existe en Hollywood un género cinematográfico que se caracteriza por el misterio y los dramas de crimen, por lo general tienen lugar en la obscuridad de la noche y filmado en blanco y negro. Presenta historias con féminas fatales, héroes o antihéroes condenados a un final no feliz y detectives rudos y cínicos muy real uh! Este es el film noir.
Este género siempre está buscando por geografías totémicas que reverberan finales desgraciados y deseos impuros sin necesidad de emitir una sola palabra. Esto se encuentra fácilmente en la frontera seductora y rica en emociones con dinero fácil adjunto.
Robert Montgomery's (Ride the Pink Horse 1947) Ida Lupino (The Hitchicker 1953) quizá las más memorable vistas de encapuchados en las tierras salvajes. El acoso y la caza en busca de venganza en un México diseñado dentro de un estudio.
Caminos malos con un gavillero especializado en dejar viudas, se dirige hacia el sur hasta que el carro se descompone y la civilización colapsa, la noche cae y en ambos casos la crisis son los gringos ingenuos estando en un lugar donde no deben estar, y la toxicidad corre hacia abajo hasta el drenaje de la vida donde las almas sucias se corroen y al mismo tiempo se dan placer.
Por supuesto que Orson Wells amarró esta idea en (Touch of Evil 1958), “un toque de maldad”, el más desesperado y entintado film que se haya hecho en Hollywood. Sus personajes perdidos en la inmensidad de la frontera desértica, en medio de estafadores asesinos y gángsters esclavizantes, como si no hubiera ningún otro lugar a donde ir.
El inolvidable paisaje patrullado por la arcangélica cámara de Orson Wells, Esa misma cámara que no existía en los tiempos del viejo oeste americano para comprobar la veracidad y ferocidad de esa gente en esos tiempos. Pero ahora cada persona trae su propio equipo de filmar y somos testigos de la historia aunque fuera de contexto. Ahí están las imágenes de la  cruda narcoviolencia en México, para todos para que los perversos se regocijen y los demás se aterroricen.
Después de miles de años de no haber fronteras solo tribus indígenas esparcidas en la inmensidad del ardiente desierto. Esta se estableció en 1848 con el tratado de Guadalupe Hidalgo después de que la joven república norteamericana le diera un zarpazo brutal a la naciente república de México, convirtiendo así a la frontera y a México en una idea distante e irrelevante de un plumazo. Esto lo plasmó Hollywood en película, con la llegada de Sam Peckinpah y sus anti-westerns levantando polvaredas y caos para ver a los anti-héroes morir sin sentido. (La frontera y Major Dundee 1965) para culminar con (Bring me the Head of Alfredo Garcia) con todo y cabezas y su descripción de los que viven y se alimentan de lo que cae al fondo de de este mar de seres vivos llamado humanidad, es un mundo absurdo y Kafkiano.